domingo, 26 de agosto de 2012

RELATO DE VERANO III

De ser una niña alegre, confiada y desenvuelta pasó a encerrarse en sí misma como un caracol, volviéndose cada vez más taciturna, introvertida y cauta. Esa cautela la llevó a dudar y a recelar, y a guardarse para sí misma cualquier atisbo de naturalidad que había en ella.

La tarde que Sara acompañó a su madre a hacer recados, ésta, vigilante de todo, advirtió lo que Sara se negaba a reconocer y sin rodeos le dijo: nena, los hombres te miran, anda con cuidado... Durante la adolescencia, Sara rehuía las miradas lascivas y libidinosas que cierto tipo de hombres llevaban pegadas en la cara. Sentía caer sobre su cuerpo la lujuria babeante de esos tipos que no te quitan ojo de encima. Y eso le resultaba muy incómodo. Se escondía bajo jerséis anchos de su padre para disimular su cuerpo adolescente, y corría como una posesa por las calles, al caer la noche volviendo de sus clases.

Un sentimiento de culpa, junto con una personalidad acomplejada, la acompañó durante mucho tiempo, hasta que un día, Sara se preguntó por qué tenía que sentirse culpable. ¿Culpable de qué?




Povera

domingo, 19 de agosto de 2012

RELATO DE VERANO II


Todos salieron corriendo, ocultando sus rostros, huyendo de su fechoría. Pero Sara se quedó inmóvil, incapaz de reaccionar, con los ojos cerrados, la respiración entrecortada y muerta de vergüenza. No supo ni pudo dar las gracias; ni mirar siquiera, a su Salvador...

En cuanto se recuperó un poco, pudo alejarse de aquella sórdida escalera para dirigirse a su casa. Tan sólo allí, con la seguridad que le ofrecía su familia, y en la intimidad de su dormitorio, pudo romper en sollozos. Aquel suceso marcó a Sara profundamente. Su estabilidad emocional, frágil a su edad, se quebró. Durante muchos días y semanas, Sara no se atrevió a salir a la calle. Tenía un miedo atroz a encontrarse con alguno de sus asaltantes o con todos ellos, otra vez. No les conocía por la cara, es cierto, pero sí podía reconocer el olor intenso de la saliva de cada uno.

Bufant el vent

domingo, 12 de agosto de 2012

RELATO DE VERANO

Estimadas seguidoras, a partir de esta semana publicaremos en cuatro partes un texto original titulado Relato de verano. De este modo, podréis seguir cada semana la nueva entrega del relato hasta llegar al final, donde cobrará sentido su relación con el patchwork.

Las ilustraciones que acompañan cada fragmento de texto son obras del artista Quim Domene (Olot, 1948).



Babel
Dicen que el pasado forma las personas y que junto con sus recuerdos crea la personalidad del individuo. Somos, desde que nacemos o incluso antes, si hacemos caso de las teorías gené́ticas, un bloque de plastilina sobre el que van actuando, a lo largo del tiempo, agentes externos que lo modelan y muestran lo que somos hasta el momento presente. Poco a poco, desde nuestra más tierna infancia avanzamos por un camino que desconocemos. Un camino con márgenes a veces placenteros, a menudo inhóspitos. Una hendidura aquí́, una incisión allí́, una marca profunda más allá́...

A Sara, cuando teni
́a unos diez años, un grupo de chiquillos la acorraló en el hueco de una escalera. No se acuerda de cuá́ntos eran; muchos, le parecieron. La toquetearon y todos, uno tras otro, le pidieron un beso, le lamieron la cara con la lengua, la cogieron del cabello y la inmovilizaron para que se estuviera quieta. Por fortuna, alguien se dio cuenta de lo que ocurría y fue en ayuda de la niña.